
Miles de enfermos renales de Ecuador piden apoyo internacional a ONU, UE, BID, BM y EE.UU.
Quito, 18 jul (EFE).- Representantes de más de 19.000 pacientes renales de Ecuador pidieron este viernes a la ONU, la Unión Europea (UE) y a Estados Unidos, así como al Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), apoyo y mediación ante el Gobierno del presidente Daniel Noboa para solucionar su «alarmante» situación.
La petición llega ante las deudas que el Estado acumula con las clínicas dializadoras donde reciben el tratamiento para poder seguir con vida.
«Hacemos un llamado urgente a la comunidad internacional a fin de que nos puedan brindar su ayuda ante la grave crisis que enfrentan los pacientes por falta de garantías para sus tratamientos de diálisis», dijo Kevin Valdez, representante del Frente de Pacientes Renales (FPR).
La solicitud se dio durante una rueda de prensa en la Federación Médica Ecuatoriana (FME), en la que recalcaron a las organizaciones internacionales la importancia de que «cumplan con el rol de mediación» ante Noboa, a fin de «sensibilizarlo y buscar soluciones inmediatas en conjunto».
El FPR también hizo un «llamado urgente y dramático a la comunidad internacional para que intervenga (…) y brinde su contingente a fin de destinar recursos y tecnología que garantice los tratamientos de diálisis».
Asimismo, pidió a las mencionadas organizaciones y a EE.UU. que, en coordinación con el Gobierno de Ecuador, elaboren un plan de emergencia para la atención de pacientes renales.
El FPR consideró que el BM y el BID podrían activar fondos de contingencia no reembolsables o de bajo interés para garantizar la vida de más de 19.000 pacientes con insuficiencia renal que dependen de diálisis.
La mayor parte de ellos son atendidos en clínicas privadas que prestan el servicio al Estado, sin capacidad para recibirlos a todos en hospitales públicos.
Valdez justificó el pedido de apoyo a EE.UU. por la cercanía de Noboa con el presidente Donald Trump, con quien se encontró en marzo pasado en su residencia de Mar-a-Lago durante una cena con otros invitados.
A su vez, insistió públicamente en el pedido a las máximas autoridades ecuatorianas para que les reciban en audiencia a fin de buscar en conjunto «soluciones urgentes ante la falta de infraestructura pública para diálisis y por la deuda (del Estado), que supera los 300 millones de dólares» con prestadores externos para hacer diálisis, de la que se han hecho «pagos parciales, que no suman el 10 %».
El terror de los pacientes
El presidente de la FME, Santiago Carrasco, se refirió durante la rueda de prensa al «terror» que significa para un paciente no contar con la diálisis.
«No saben el terror que existe por el sabor amargo en la boca (por lo que) no pueden ni siquiera tragar saliva, ni sentir sabores», anotó al destacar el «terror» de sentir que sus «músculos se van atrofiando, que su corazón empieza a fallar, que su mente se obnubila y empieza también con problemas».
Tras solicitar sensibilidad al Gobierno, pidió una «cirugía radical» al sector salud, cuya «mayor enfermedad» -dijo- es la corrupción.
El vicepresidente de la FME, Wilson Tenorio, recordó que la insuficiencia renal está catalogada como una enfermedad catastrófica desde 2008 y se refirió «a la angustia» de los miles de pacientes renales por «la deuda estatal».
«Frente a esta indolencia», la Federación Médica apoya el exhorto de los pacientes renales para que las instancias internacionales «se hagan eco» de su situación.
Enfermedad costosa
Alicia Bedoya, paciente de diálisis hace cuatro años y vocera del FPR, se refirió a las dificultades por la falta de medicamentos, insumos y, en muchos casos, de diálisis regular. «Si no nos hacemos la diálisis podemos fallecer», alertó.
Por su parte, Ricardo Murillo, que lleva ocho años recibiendo diálisis, remarcó que «hace falta mucho medicamento».
Valdez lamentó que los pacientes no reciban un tratamiento integral que cubra medicinas, acompañamiento psicológico, diálisis. «No pedimos lujos, no pedimos que nos den un bono, pedimos vivir, es nuestro derecho», resaltó.
Incluso, invitó públicamente a Noboa para que los acompañe en una sesión de diálisis, para que «vea lo que es estar crucificado en una máquina cuatro horas», que constate los esfuerzos para trasladarse de los pacientes -muchos ancianos en sillas de ruedas-, así como los inconvenientes laborales que afrontan.
Valdez, que recibe tres diálisis por semana, trabaja en un área distinta a su profesión de docente de idiomas «porque ningún colegio, ninguna institución me da la oportunidad de este permiso de diálisis», dijo al evidenciar que, por la enfermedad, afrontan otros problemas que complican aún más su situación EFE
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(foto)
La Agencia EFE contó con el apoyo de la Asociación de Pacientes Renales de Ecuador para la difusión de este contenido