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Los presupuestos participativos dan voz a la ciudadanía

Porto Alegre
Porto Alegre es una de las ciudades latinoamericanas con mayor tradición en lo que respecta a la democracia participativa. Keystone/Michael Runkel

En Suiza, los ciudadanos toman las decisiones financieras importantes a nivel local. En Argentina, una universidad proporciona a estudiantes, profesores y personal la posibilidad de opinar sobre cuestiones monetarias. Dos enfoques diferentes con una larga historia y un gran impacto práctico, a nivel mundial. 

 Los “presupuestos participativos”, en los que todo el mundo puede opinar sobre el uso del dinero público, se han convertido en una característica global cada vez más importante de la democracia moderna. Los ciudadanos de Madrid y París han tenido diversas oportunidades de decidir cómo deben gastarse los presupuestos multimillonarios.

Pero hasta ahora, Suiza es el único país del mundo en el que el método participativo se aplica como norma vinculante, según el grupo de investigación italiano Politis.

Es el caso de Aarau, por ejemplo, una ciudad situada entre Berna y Zúrich. Celebra referendos obligatorios sobre cuestiones financieras si el gasto supera los 6 millones de francos (6 millones de dólares). Los votantes también pueden opinar sobre cualquier otra partida presupuestaria a través de un referéndum opcional, siempre que el 10% de los residentes se inscriban para celebrar una votación en un plazo determinado.

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El pueblo tiene la última palabra, también con el dinero

Este contenido fue publicado en Todo el mundo decide lo que se hace con el dinero público. Los presupuestos ciudadanos están muy de moda. En Madrid y en París también los ciudadanos se han pronunciado en varias ocasiones sobre gastos de hasta unos 500 000 euros. En Suiza, por el contrario, la decisión popular sobre el presupuesto público está muy…

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Proceso descendente

En otros lugares, sin embargo, la práctica ha seguido siendo un proceso descendente con gran dependencia de la buena voluntad de los líderes locales. Además, las limitaciones de los recursos financieros disponibles y las dificultades para incluir a un grupo diverso de personas han socavado a veces la eficacia de los procedimientos de elaboración de presupuestos participativos. Estos son los problemas que la Universidad Nacional de Rosario (NUR), en Argentina, ha querido abordar.

Ha puesto en marcha una innovadora iniciativa para que la comunidad académica pueda opinar sobre el uso de los fondos en el campus. Permite que las demandas e ideas de estudiantes, profesores y personal se conviertan en proyectos colectivos de la universidad tras ser aprobados por votación.

Este tipo de presupuesto participativo es un proceso democrático que proporciona a la gente un poder real sobre el dinero real. Desde la puesta en marcha de la iniciativa, la universidad ha decidido crear un nuevo espacio de reunión en la escuela de negocios para comprar material de impresión con tecnología 3D y para mejorar la cocina de la escuela agrotécnica.

“Aprendí a construir ideas colectivamente”, dice Carla, una de las estudiantes universitarias participantes. “Crear una comunidad” era uno de los principales objetivos de la iniciativa llevada a cabo en las 12 facultades de la NUR y en sus tres escuelas asociadas: Agrotécnica, Empresarial y Politécnica. Su objetivo era promover la educación cívica, especialmente de los jóvenes, fomentar la colaboración y democratizar la toma de decisiones.

“Los presupuestos participativos se convirtieron en un foro para expresar las necesidades y deseos de los miembros de la Universidad en la pandemia. Un punto de encuentro para hablar, proponer, deliberar y decidir durante el periodo de confinamiento”, afirma Cintia Pinillos. Según la profesora de Política Comparada, no es casualidad que la mayoría de las propuestas ganadoras durante el último ciclo sean sobre acceso a las nuevas tecnologías y la creación o renovación de espacios de encuentro y ocio.

El concepto de toma de decisiones participativa no es nuevo en Rosario. Con cerca de 1 690 000 habitantes, la ciudad es la tercera más poblada de Argentina, después de Buenos Aires y Córdoba. El puerto de Rosario, a orillas del río Paraná, exporta la mayor parte de la producción de cereales del país. Su importancia económica es central también por su sector industrial.

Desde los años noventa, la ciudad ha sido un destacado ejemplo de la promoción de la democracia participativa en Argentina. Sin embargo, el reciente auge del narcotráfico y la violencia urbana han incrementado la necesidad de nuevas formas de implicación. Es en este contexto que la Universidad rosarina involucró a académicos en el presupuesto participativo.

Hay tres etapas para el presupuesto participativo en la Universidad.

En la primera etapa, los foros universitarios y escolares abren plataformas virtuales para recibir propuestas, compartir comentarios y enriquecer ideas aportadas por otros (en 2021, 1 645 personas participaron y propusieron 226 ideas).

En la segunda etapa, una comisión universitaria y consejos escolares participan en la evaluación de las ideas, las agrupan y las vuelcan en una forma más concreta. El año pasado, 198 integrantes trabajaron en 94 ideas que se transformaron en 18 proyectos para la universidad y 25 para las escuelas, que fueron aprobados por votación.

En la tercera etapa, la gente vota sobre los proyectos y estos avanzan. En 2021, unas 4 169 personas votaron sobre los proyectos.

La iniciativa se basa en una larga tradición de democracia participativa en Sudamérica. En la ciudad de Porto Alegre, en el sur de Brasil, se puso en marcha un proceso para involucrar a los ciudadanos en las decisiones financieras locales durante la transición nacional de un régimen autoritario a una democracia, a finales de 1980.

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Comenzó como un mecanismo para que los ciudadanos propusieran, debatieran y decidieran sobre un pequeño porcentaje del presupuesto de la ciudad. Aunque en un principio fue promovido por dirigentes de izquierdas, como el Partido de los Trabajadores en Brasil, la Izquierda Unida en Perú o el Frente Amplio en Uruguay, pronto se extendió a ciudades gobernadas por dirigentes de derechas.

Hoy en día, el Banco Mundial y otras instituciones internacionales consideran el presupuesto participativo como una “buena práctica”, señalando que podría ser una herramienta eficaz para combatir la corrupción y proporcionar conocimiento de las demandas ciudadanas y las posibles soluciones. Hasta la fecha, el Atlas Mundial de Presupuestos ParticipativosEnlace externo muestra más de 11 000 estudios de casos en 71 países.

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moderado por Bruno Kaufmann

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Los procesos más documentados -cuatro de cinco en el Atlas- se dan en países, que pueden denominarse “democracias imperfectas”. Además, el proceso también se utiliza en ciudades de países actualmente medidos como “autocracias” como Budapest o Moscú. Según el Atlas Global, las “democracias plenas” pueden no verlo como una herramienta democrática importante debido a las condiciones de vida más elevadas y porque las personas en esos países tienen altos niveles de confianza en sus instituciones.

Suiza es considerada como una democracia plena y no se incluye como sede de presupuestos participativosEnlace externo, aunque el país sí tiene poderosos mecanismos para involucrar a la población en la toma de decisiones financieras.

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Sin embargo, los presupuestos participativos tienen una larga tradición en países con fuertes herramientas de democracia directa a nivel local y regional, como Estados Unidos y Suiza.

En esos países, los ciudadanos pueden someter una decisión del gobierno a votación popular reuniendo un determinado número de firmas. En muchos casos, estos referéndums son obligatorios si el gasto de la ciudad excede una determinada cantidad. En otras palabras: tienen la última palabra en materia financiera. 

Adaptado del inglés por Norma Domínguez

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