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Gobernar internet desde Ginebra, la ciudad de Rousseau

Joe Matthews

Si internet va a estar al servicio de la democracia en todo el mundo, necesita contar con su propio gobierno global: un gobierno que podría vivir en línea y tener su sede en el mundo real en Ginebra. Esto es lo que sugiere Joe Mathews, nuestro columnista de democracia.    

Los métodos actuales para gobernar internet no constituyen un sistema coherente, y mucho menos democrático.

La gobernanza de internet, en cambio, es una contienda por el poder entre las empresas tecnológicas más poderosas, que ponen en primer lugar a sus accionistas y quieren que internet sea una barra libre, por un lado, y los gobiernos nacionales, que dan prioridad a los intereses políticos de sus propios responsables, por el otro.  

En esta contienda, ambos bandos crean un simulacro de democracia. Facebook ha establecido su propia junta de “supervisión independiente”Enlace externo de expertos mundiales, aunque esta no ha salido de las urnas, sino que la ha elegido Facebook. La Unión Europea pregona que regula la privacidad e internet de manera más estrictaEnlace externo, pero esos reguladores tampoco salen de las urnas, e imponen sus normas a personas que están lejos de Europa.

Es la razón por la que internet necesita un gobierno democrático que funcione más allá del alcance de las empresas tecnológicas o de los gobiernos nacionales. Este sistema debe ser local –para permitir que la gente gobierne internet donde vive– y al mismo tiempo transnacional, como la propia internet.

Serie SWI #libertaddeexpresión

En principio, todo debería estar muy claro. El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) y el mismo artículo del Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la ONU (1966) estipulan que “toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”. En Europa, el Convenio Europeo de Derechos Humanos (1950) confirma la libertad de expresión como un derecho jurídicamente vinculante (artículo 10). Suiza consagra esta libertad fundamental en el artículo 16 de su Constitución de 1999.

Sin embargo, en la práctica sigue siendo muy cuestionado. Muchos gobiernos del mundo no solo no protegen el derecho a la libertad de expresión, sino que cada vez lo debilitan más. En otras partes del mundo, individuos y grupos utilizan el término “libertad de expresión” para justificar discursos discriminatorios y de odio. Pero aunque es un derecho universal, la libertad de expresión no es un derecho absoluto. Garantizarlo y aplicarlo siempre está en la cuerda floja.   

En una nueva serie de SWI swissinfo.ch abordamos distintos aspectos, retos, opiniones y desarrollos en torno a la libertad de expresión en Suiza y en el mundo. Proporcionamos una plataforma para que los ciudadanos se expresen sobre esta cuestión, ofrecemos análisis de académicos de gran prestigio y destacamos los avances tanto a nivel local como mundial. Y, por supuesto, invitamos a los lectores a que se unan a la conversación y hagan oír su voz.

Aunque todavía no existe una visión claramente articulada de dicho gobierno, hay muchas piezas constitutivas que podrían mezclarse.    

Carta de Derechos Digitales

Una red europea de organizaciones de derechos humanos ha elaborado una Carta de Derechos DigitalesEnlace externo, que, en su artículo 4, por ejemplo, dice que “toda persona tiene el derecho a la libertad de expresión en el mundo digital”; algo que podría formar parte de la constitución de un gobierno de internet. La iniciativa NetMundialEnlace externo, desarrollada en los últimos años con un fuerte impulso del Foro Económico Mundial y de un Gobierno brasileño anterior, ofrece ideas construidas en torno a un consejo que mezcla miembros que rotan y permanentes para la gobernanza internacional de internet.   

Hay lecciones que aprender de la ICANNEnlace externo (Corporación en internet para la Asignación de Nombres y Números), una organización sin ánimo de lucro algo democrática que, con la participación de más de 110 países, gobernó con éxito una parte limitada de internet (el sistema de nombres de dominios) desde 1998 hasta 2016.

Un gobierno eficaz de internet debe ser colectivo, porque el poder de Internet y su valor comercial no residen en ningún usuario o dato individual, sino en la agregación de usuarios y datos. En un imprescindible ensayo publicado en la revista NoemaEnlace externo, Matt Prewitt, presidente de la Fundación RadicalxChangeEnlace externo, sugirió estructurar la gobernanza de internet no en torno a los derechos de los datos individuales, sino en torno a una serie de “coaliciones de datos”; es decir, uniones en línea que darían autoridad democrática a las comunidades de usuarios.

“Los datos no pueden ser poseídos, sino que deben ser gobernados. Los datos deben ser objeto de decisiones democráticas compartidas en lugar de individuales y unilaterales. Esto supone un reto especial para los ordenamientos jurídicos liberales que típicamente se han centrado en los derechos individuales”, escribió Prewitt.

Un gobierno democrático para internet

En un sentido parecido, yo sugeriría que el gobierno democrático de internet combinara múltiples formas de gobernanza democrática.

El centro de ese gobierno debería ser una asamblea de ciudadanos: herramienta utilizada por países y comunidades en todo el mundo para obtener veredictos democráticos independientes de las élites. Esta asamblea ciudadana estaría formada por 1 000 personas que en su conjunto (por edad, género y origen nacional) serían representativas de la comunidad mundial de usuarios de internet. No serían elegidos de manera individual, sino a través de procesos aleatorios (o echado a suertes).  

La asamblea se complementaría con una plataforma en línea que permitiera a la gente denunciar problemas, hacer sugerencias o incluso presentar propuestas que pudieran votar los internautas de todo el mundo en un referéndum global. Los modelos para tal plataforma incluyen RousseauEnlace externo, el controvertido entorno online a través del cual se gobierna el Movimiento 5 Estrellas de Italia, y Decide MadridEnlace externo, el marco participativo online que desde la capital española se ha extendido a más de 100 ciudades de todo el mundo.

Una sede real en Suiza

Los gobiernos nacionales y las empresas tecnológicas tratarían de influir desesperadamente en este gobierno, pero no estarían a cargo de él. Y cada asamblea ciudadana se disolvería después de dos o tres años, lo que dificultaría que los poderosos ejercieran presión.

Aunque el gobierno viviera en línea, podría tener una sede real en Ginebra: la ciudad natal del filósofo suizo del siglo XVIII Jean-Jacques Rousseau.

Si este gobierno perdurara y tuviera éxito, podría unirse a las filas de las organizaciones internacionales con sede en Suiza, como la Organización Mundial de la Salud o la Cruz Roja Internacional. También podría ofrecer un modelo de gobernanza democrática internacional para abordar problemas globales fuera de Internet, que van desde la salud pública hasta el cambio climático.

Joe Mathews escribe una columna sobre democracia para Zócalo Public SquareEnlace externo y swissinfo.

Traducción del inglés: Lupe Calvo

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