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Preocupación en las cárceles británicas por el impacto del coronavirus

El número de casos positivos y muertes por covid-19 en las cárceles de Inglaterra y Gales se logró mantener por debajo de las previsiones hechas al inicio de la pandemia gracias a la imposición de restricciones afp_tickers

En las cárceles de Inglaterra y Gales crece la preocupación por las posibles repercusiones a largo plazo en los reclusos de la pandemia de coronavirus, a pesar de que se ha logrado evitar las más catastróficas predicciones sobre contagios entre presos.

El número de casos positivos y muertes por covid-19 se logró mantener por debajo de las previsiones hechas al inicio de la pandemia gracias a la imposición de restricciones.

Los presos recién llegados son puestos en cuarentena, se aísla a quienes tienen síntomas y a los de salud más frágil, pero a costa de que permanezcan en sus celdas casi todo el tiempo.

Algunos reclusos están recluidos «en condiciones que equivalen efectivamente al régimen de aislamiento», señalaron la semana pasada cuatro inspectores del sistema judicial inglés. Y advirtieron de las consecuencias de «la falta de interacción humana», incluidos la educación cara a cara y el trabajo de rehabilitación.

Hay un «profundo malestar» entre los presos, «crónicamente aburridos y frustrados», afirmó el inspector jefe de prisiones, Charlie Taylor, ante un comité parlamentario.

Los reclusos han informado de que su salud mental se está resintiendo y algunos están recurriendo a las drogas para hacer frente a la situación, añadió. «Se sienten impotentes y sin esperanza» y «con frecuencia se han descrito a sí mismos como animales enjaulados», subrayó.

– «Increíblemente aislados» –

En el contexto de la nueva variante más contagiosa del coronavirus descubierta en Inglaterra en diciembre, la tasa de nuevos casos en prisión casi cuadruplicó, se registraron 24 muertes desde mediados de diciembre y el número de centros con brotes pasó de 53 a 70.

Se cancelaron todas las visitas y las cárceles intentan aumentar el uso de la videollamada en su lugar.

También el sistema judicial sufre las consecuencias: hay una enorme acumulación de casos en espera de juicio y por lo tanto más presos preventivos que pasan más tiempo entre rejas.

Helen Dyson, de la organización de defensa de la justicia social Nacro, señala que los confinamientos no han provocado motines y disturbios como los que se habían visto en algunas prisiones del Reino Unido en años recientes. Y considera que esto se debe a «un consenso entre los presos de que esto se está haciendo por las razones correctas».

Pero también advierte del riesgo de un efecto en cadena. «No se puede negar que el hecho de estar encerrado en una celda 23 horas al día tiene un impacto en tu bienestar», explica a la AFP. Es «mucho tiempo para estar sentado con tus propios pensamientos y preocupaciones y ansiedades».

Nacro, que cuenta con personal de apoyo que trabaja en 34 prisiones y un equipo comunitario fuera de las cárceles, también vio un aumento de personas con problemas psicológicos tras ser excarcelados.

«Cuando salen de la cárcel, se encuentran increíblemente aislados de una manera que antes no lo estaban», afirma Dyson. «Es casi como salir de una prisión y entrar en otra».

– «Escasez de personal» –

El Reino Unido es el país de Europa más castigado por la pandemia y a sus prisiones no les ha ido mucho mejor.

Más de 100 presos murieron en Inglaterra y Gales por el covid-19 y casi 8.000 se han infectado, según estadísticas del ministerio de Justicia. Entre el personal penitenciario, empleado directa o indirectamente, se registraron 21 muertes y casi 3.200 casos positivos hasta finales de octubre.

Sin embargo, al principio de la pandemia, los funcionarios temían que se produjeran brotes explosivos en las 117 cárceles inglesas y algunas predicciones advertían de la posible muerte de 2.700 reclusos.

En la actualidad, tras semanas de aumento de las infecciones, se está sintiendo la «escasez de personal en los centros», advierten los sindicatos.

«Nunca nos habíamos enfrentado a algo así», explica Mick Pimblett, del sindicato POA que representa a 30.000 funcionarios de prisiones, que presiona para que se dé prioridad a sus miembros en la vacunación.

«Nos ocurre lo mismo que al personal sanitario y a la policía, que trabajan con un elevado número de personas seropositivas al covid, a veces en espacios reducidos y en un entorno poco ventilado», defiende.

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