Trump olvida el ‘impeachment’ bajo el sol invernal de Davos
Donald Trump quiso alejar este martes los malos presagios bajo el sol invernal de Davos, donde pareció olvidar el juicio político contra él en Washington, asegurando que Estados Unidos vive «un tiempo de gran esperanza, alegría y optimismo» lejos de los «catastrofistas» del cambio climático.
El proceso en marcha en Washington es solo «una farsa» y «una caza de brujas», aseguró el presidente estadounidense a los periodistas que le esperaban a la salida de su helicóptero cuando se posó en la nieve de la pequeña estación suiza.
En la gran sala del salón de congresos de Davos, donde cada año se celebra el Foro Económico Mundial, se oyeron las voces de un coro de hombres que interpretaron el himno suizo para darle la bienvenida.
Luego apareció en el escenario donde, con una retahíla de datos económicos, dibujó un situación «increíble» para la economía bajo su mandato presidencial.
Le escuchaba atenta una sala llena a rebosar de personalidades económicas y políticas de todo el planeta y que tuvo que cerrar las puertas mucho antes de su llegada.
«El tiempo del escepticismo ha terminado. La gente está volviendo a nuestro país. Las empresas están volviendo a nuestro país (…) El sueño americano ha vuelto, más grande, mejor y más fuerte que nunca», afirmó.
Pero no fue hasta el final de su discurso, pronunciado en un tono más monótono de lo habitual en él, que Trump se animó y lanzó críticas contra los «catastrofistas».
«Tenemos que rechazar a los eternos catastrofistas y sus predicciones de apocalipsis», dijo Trump, acusando a los «herederos de los insensatos adivinos del pasado» de equivocarse en el cambio climático, como ya hicieron, según él, décadas atrás, cuando predijeron la superpoblación del planeta o el fin del petróleo como principal fuente de energía del planeta,
Una frase que debió resonar en particular en los oídos de la joven activista sueca Greta Thunberg, de 17 años, que estaba presente en la sala y que vino a Davos a denunciar, al contrario, la inacción de responsables como Trump ante la urgencia del cambio climático.
Trump parecía así querer alejar las «catástrofes» , el mismo día en que empezaba en Washington el juicio político que podría terminar con su destitución.
Los senadores tiene que decidir si el presidente es culpable de abuso de poder y de dificultar el buen funcionamiento del Congreso, como apunta el acta de acusación adoptada en diciembre por la Cámara de representantes.
Lejos del Capitolio, en Davos, el discurso de Trump estuvo lleno de optimismo y superlativos de todo tipo y un poco antes de su llegada, en Twitter, no dudó en calificar a Estados Unidos de «NÚMERO UNO del universo».
Esta vez Trump no recibió silbidos, como si ocurrió en 2018 en la misma sala de congresos, donde había criticado duramente a la prensa.
El premio Nóbel de Economía Joseph Stiglitz, participante habitual en Davos y muy crítico con Trump, afirmó tras el discurso que «nunca había visto a una personalidad pública recibir tan pocos aplausos».
El interesado aseguró sin embargo haber sido «muy bien recibido», dispuesto a disfrutar un poco más de un día soleado al pie de los Alpes suizos.