Vuelta a casa de los argelinos del extranjero para protestar contra el régimen

«Pedí una excedencia sin sueldo para venir a manifestarme a Argelia, estar aquí físicamente es un deber». Chahrazade Kaci, «exiliada» desde hace 25 años en Reino Unido, volvió para unir su voz a la de los manifestantes que piden la dimisión de los caciques del régimen.
En una protesta multitudinaria en Argel, esta mujer de 52 años, con una bandera nacional sobre los hombros, agita una pancarta en la que invita, en inglés, a sus compatriotas del extranjero a venir como ella a Argelia para apoyar a los manifestantes que cada viernes, desde el 22 de febrero, piden la caída del «sistema» de poder.
Muchos argelinos residentes en el extranjero hicieron lo propio. Algunos llegan para un fin de semana, otros para unas vacaciones. Se alojan en casas de conocidos para vivir este momento histórico junto a ellos.
«Desde el 22 de febrero no duermo. Me he vuelto adicta a internet para seguir los acontecimientos las 24 horas del día y no perderme nada en las redes sociales», cuenta Chahrazade Kaci.
Es su segunda manifestación. Llegó a Argel el 29 de marzo y se fue «directamente a la marcha desde el aeropuerto».
– «Un comienzo» –
La dimisión el martes del presidente Abdelaziz Buteflika, por la presión de los manifestantes, «no es más que el comienzo. Queda la renuncia de toda la camarilla y la construcción de una segunda república», dice.
Ella nació en Argel, donde estudió biología marina, y cuando tenía 25 años, como muchos argelinos de entonces, huyó de su país, sumido en una guerra civil que causó 200.000 muertos en diez años (1992-2002) según cifras oficiales.
Parte de su familia también vino del extranjero para manifestarse.
Su exmarido Salah Allali, de 54 años, llegó directamente del aeropuerto, procedente de Doha. Se encontró en el cortejo con Chahrazade Kaci, su hija Nada, nacida en Reino Unido hace 23 años y licenciada en derecho, y un sobrino, Yazid Nait-Ladjemil, un empresario de 36 años. Ambos vinieron de Londres.
Las conversaciones giran en torno a los cambios en el país. Lo que más llama la atención a los argelinos que viven en el extranjero es la libertad de expresión, el carácter civilizado de las manifestaciones y la elevada participación femenina.
– «Renacimiento» –
Salah Allali fue sindicalista. Durante la «década negra» de la guerra civil se exilió en el Reino Unido. Ahora añadió una semana sin sueldo a sus vacaciones para volver a su país. En la maleta trae un equipo de audio para regalárselo a una asociación.
Creo que «esta revolución» desembocará en el fin del sistema. Él es partidario de «un periodo de transición gestionado por personas íntegras».
Nada Allali está impresionada por «esta unidad del pueblo por una causa común». Ella y Yazid Nait-Ladjemil hablan con orgullo del civismo y del sentido del humor de sus compatriotas.
Yazid Nait-Ladjemil, que vive en Londres desde que tiene dos años, ya participó en todas las manifestaciones organizadas por los argelinos en la capital británica pero quiso hacerlo en su tierra.
Estas manifestaciones «hacen emerger en mí un sentimiento de esperanza. Es un renacimiento. Antes (Argelia) era un poco deprimente», dice, sin excluir volver algún día para instalarse en el país.
En el cortejo que avanza por el centro de Argel también se halla Jeira, llegada de Montreal. Esta mujer de 65 años que no quiere dar su apellido se pidió asimismo una excedencia sin sueldo para venir a «participar en estas marchas históricas».
En el año 2000 se fue a Canadá, adonde envió a sus hijos durante la guerra civil. «Mis hijos tienen todo allí pero están dispuestos a venir a trabajar e invertir en su país», asegura Jeira, emocionada de estar en Argelia.