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Vukovar, cuando reconstruir es más fácil que reconciliar

Vesna Bernardic

Zagreb, 17 nov (EFE).- La completa destrucción de la ciudad croata de Vukovar hace 30 años tras tres meses de bombardeos la convirtieron en un símbolo del sufrimiento croata y de la brutalidad serbia durante las guerras de desintegración de Yugoslavia.

Mañana, 18 de noviembre, Croacia conmemora la caída de la ciudad en manos serbias hace tres décadas, lo que dejó unas heridas tan profundas que la ciudad de 20.000 habitantes sigue todavía dividida por líneas étnicas.

Vukovar, tan devastada que recibió el apelativo de “Guernica croata”, volvió a ser recuperada por Croacia en 1998 y ha sido totalmente reconstruida.

Sin embargo, la comunidad croata, alrededor del 60 %, y la serbia, 35 %, siguen haciendo vidas completamente separadas.

Algunos también critican que la tragedia de Vukovar es utilizada por el nacionalismo croata, que la define como “ciudad heroica” y la convirtió en un lugar beatificado que lastra su imagen y su futuro.

EL PESO DEL PASADO

“En vez de volver a ser un lugar para la vida cotidiana, como fue antes de la guerra, Vukovar ha sido convertida en un templo consagrado al momento de su mayor tragedia y ha quedado congelada en aquel momento”, explica a Efe Bojan Glavasevic, sociólogo y diputado en el Parlamento croata por la Coalición izquierda-verde.

Considera que la ciudad es “rehén no solo de su pasado, sino también del nacionalismo y, en consecuencia, es una ciudad dividida étnicamente”, entre croatas y serbios.

Nacido en Vukovar, Bojan tenía siete cuando la ciudad cayó en manos serbias. Su padre, Sinisa Glavasevic, era periodista de “Radio Croacia” e informaba a diario, desde un sótano, sobre el asedio.

Tras la caída de la ciudad fue ejecutado junto a otro centenar de civiles y heridos del hospital a las afueras de Vukovar. Sus restos mortales fueron hallados en 1997 en una fosa común.

Después de conquistar la ciudad, los serbios sacaron a más de un centenar de croatas del hospital local y asesinaron a 200 de ellos en una cercana granja de cerdos.

Alrededor de mil civiles perdieron la vida en los bombardeos y ejecuciones posteriores. Croacia perdió a unos 900 militares y otros 600 fueron ejecutados por fuerzas serbias tras tomar la ciudad. Se considera que el Ejército federal yugoslavo -dominado por Serbia- y otras fuerzas serbias sufrieron bajas similares.

INDEPENDENCIA Y REINTEGRACIÓN

A pesar de la derrota, la batalla de tres meses ralentizó el avance serbio y se considera que la devastación de la ciudad ayudó al reconocimiento de la independencia de Croacia por la Comunidad Europea y otros países el 15 de enero de 1992.

Vukovar pasó a formar parte tras su caída en 1991 de la rebelde “República Serbia de Krajina”, hasta que, en 1995, el Ejército croata recuperó la mayor parte de ese territorio. Los serbios de Vukovar pactaron una reintegración pacífica que se completó en enero de 1998.

RECONSTRUCCIÓN SIN RECONCILIACIÓN

Glavasevic destaca que los cientos de millones de euros invertidos desde entonces en la reconstrucción “no han logrado recuperar la vida de Vukovar”.

En su opinión, una de las razones es que ha faltado un trabajo consistente para cerrar las heridas del pasado y reconciliar a las dos comunidades de la ciudad. La dinámica del enfrentamiento también beneficia a algunos políticos.

El actual alcalde nacionalista croata, Ivan Penava, alimenta la desconfianza étnica e impide un uso oficial más amplio del alfabeto serbio, el cirílico, al que los serbios de la ciudad tienen derecho según la Constitucional.

Por su parte, líderes locales serbios insisten en una educación del todo segregada de las dos etnias que hablan el mismo idioma, de modo que los niños crecen separados y eso se prolonga cuando son adultos.

“Las elite políticas se perpetúan parasitando sobre el nacionalismo, necesitan y fomentan las divisiones”, sostiene Glavasevic, que confía en que eso cambie en el futuro.

PARO Y EMIGRACIÓN

La economía local todavía no ha alcanzado el nivel de antes de la guerra, el paro es elevado y muchos jóvenes piensan emigrar a otros lugares de Croacia o de Europa.

Antes de la guerra en Vukovar vivían unos 45.000 habitantes mientras que hoy son solo 20.000. En los últimos diez años emigró una quinta parte de su población, alrededor de 6.000 personas, recuerda el sociólogo.

Con todo, existen esperanzas de que se supere la división de la ciudad, tal como aseguró Boris Milosevic, del principal partido serbio en Croacia y vicepresidente en el gobierno del moderado primer ministro conservador Andrej Plenkovic.

“Vamos en la buena dirección, así que espero una mejoría cada año, hasta que lleguemos al punto en el que ya no consideremos Vukovar una ciudad dividida”, dijo Milosevic el martes en una visita a la ciudad.EFE

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