¿Y si el futuro de la banca europea se estuviera inventando en las calles de la India?
Indira Guerrero
Nueva Delhi, 24 oct (EFE).- En la India cada ciudadano ha comenzado a existir en un único plano digital, cada subsidio, cada pago y cada cuenta bancaria están conectados a una sola identidad biométrica, uno de los sistemas más ambicioso del mundo para crear una «única fuente de verdad», el India Stack.
Uno de los miembros del equipo, Arvind Gupta, lo presentará la próxima semana en la conferencia sobre derechos digitales «4D» de Barcelona.
Esta infraestructura es un «sistema nervioso» digital diseñado mediante la colaboración público-privada que ha transformado la relación entre el ciudadano y el poder.
Su objetivo, explica Gupta en una entrevista con EFE, fue resolver un problema que las grandes tecnológicas globales ignoraron. «En 2014, solo el 15% de los adultos en la India tenía acceso a internet. Empezamos con la premisa de servir a la base de la pirámide», afirma.
La solución fue construir una arquitectura pública de tres capas, la primera fue Aadhaar, un sistema que asignó una identidad digital única, basada en la huella dactilar o el iris, a más de mil millones de personas.
«Nos preguntaban por qué no dábamos una tarjeta inteligente», recuerda Gupta para explicar que la elección de la biometría fue una decisión filosófica deliberada. «Nos dimos cuenta de que si alguien pierde (la tarjeta), el proceso para obtener una nueva excluiría a muchísima gente».
Entonces, «la contraseña debes ser tú mismo. La gente no olvida sus huellas dactilares», argumenta para explicar un sistema diseñado pensando en los niveles más bajos de alfabetización.
Con una identidad digital segura, la segunda capa permitió la inclusión financiera masiva. El proceso digitalizado KYC (Conoce a tu Cliente) redujo el coste de abrir una cuenta bancaria de 20 dólares a menos de medio dólar, lo que facilitó la creación de 550 millones de nuevas cuentas.
Hoy, asegura Gupta, la India tiene «un 100% de acceso bancario a nivel familiar», con 1.200 millones de cuentas para 250 millones de familias. Estas cuentas, muchas de ellas de saldo cero, acumulan ya unos 45.000 millones de dólares en ahorros, introduciendo en el sistema bancario formal a una población que «nunca se pensó que pudiera ahorrar».
Este sistema es el que permite al Estado transferir ayudas sociales directamente a 900 millones de personas. El mecanismo, según Gupta, ha ahorrado al Gobierno más de 40.000 millones de dólares al eliminar duplicados y fraudes.
«La corrupción ha desaparecido porque el dinero va directamente del gobierno a la cuenta bancaria», sentencia.
La tercera capa, y la más visible, es UPI, la red de pagos instantáneos que procesa 500 millones de transacciones diarias. Su adopción ha sido total. «Ve a cualquier parte de la India y la gente se burlará de ti si no usas UPI», comenta Gupta.
El motor visible un simple código QR plastificado y colgado del puesto de un vendedor de cocos, pegado en el salpicadero de un rickshaw, que ha reemplazado la caja registradora y a la cartera. Esto ha convertido cada teléfono en una terminal de pago, permitiendo transacciones instantáneas y sin costo para operaciones tan cotidianas como la compra de una flor.
«Los comerciantes se animan a realizar transacciones digitales porque entienden que al hacerlo producen un historial, y al producir un historial se vuelven solventes. Así pueden acceder a formas alternativas de crédito», indica.
Un sistema que todo lo conecta genera inevitablemente preguntas sobre la vigilancia, sobre la que Gupta diferencia. «La vigilancia es cuando un Estado puede usar estos datos para sus propios fines. El Estado no puede usar estos datos de esa manera», asegura, argumentando que cada componente está regido por leyes parlamentarias.
No obstante, explica que el sistema sí permite una «inteligencia de datos». «Si un pequeño vendedor afirma no pagar impuestos, pero sus pagos de UPI muestran ingresos de 100.000 euros al año, la inteligencia de datos indica que está evadiendo impuestos. Eso está dentro del ámbito de la tecnología», explica.
No hay que confundir, insiste, la inteligencia fiscal con la vigilancia, ni el fraude con un fallo del sistema.
Para Gupta, el pilar de India Stack es su filosofía de soberanía digital. Lo define como un sistema «abierto y no extractor de rentas», en contraste con el modelo de las grandes tecnológicas. «¿Es tu Gmail gratuito?», pregunta. «Puede que lo parezca, pero ganan un dinero desproporcionado con tus datos. Esto previene la colonización digital”.
¿Es este modelo indio replicable en Europa? Ante la pregunta, Arvind Gupta pasa el foco de la tecnología hacia la política. Asegura que el «ingrediente secreto» para el éxito de esta empresa no fue principalmente tecnológico, sino el «liderazgo; la voluntad política de transformar una nación».
Su mensaje final, en vísperas de la conferencia de Barcelona, es un llamamiento a la comunidad tecnológica global para retomar el propósito original de internet.
«Cedimos el poder a unas pocas plataformas», lamenta, «una infraestructura pública digital como India Stack nos da la esperanza de que el control pueda volver a los usuarios en lugar de a unas pocas grandes corporaciones», concluye. EFE
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