Los glaciares suizos se derriten más rápido de lo previsto
Los glaciares suizos han perdido un 10% de su volumen de hielo en los dos últimos años tras las altas temperaturas del verano y la baja cantidad de nieve en invierno, según revelan nuevas cifras.
El volumen de los glaciares suizos disminuye cada año, y más rápido de lo previsto. El año pasado, los glaciares suizos perdieron un 6% de su volumen; este año, un 4%. Se trata del segundo mayor descenso desde que comenzaron las mediciones.
En total, el 10% del volumen de hielo de los glaciares suizos desapareció en los dos últimos años, informó el jueves la Comisión Suiza para la Observación de la Criosfera de la Academia Suiza de Ciencias Naturales.
En 2022-2023 se derritió la misma cantidad de hielo que durante el periodo 1960-1990. Dos años seguidos de deshielo extremo han provocado la desintegración de lenguas glaciares y la desaparición de muchos glaciares pequeños. Por ejemplo, se han tenido que interrumpir las mediciones en el glaciar de St Annafirn, en el cantón de Uri.
La razón de la pérdida masiva de hielo son las escasas nevadas en invierno y las altas temperaturas en verano. Eso ha afectado a los glaciares de toda Suiza. En el sur y el este del país, los glaciares se derritieron este año casi al mismo ritmo que en el año récord de 2022.
En el cantón de Valais y en la región de Engadina, en el sureste de Suiza, los glaciares perdieron varios metros de espesor de hielo a más de 3.200 metros, una altitud en la que hasta hace poco se mantenían como estaban. La pérdida media de hielo fue de tres metros, por ejemplo en el glaciar de Gries, en el cantón de Valais. Esta cifra está muy por encima de los valores del caluroso verano de 2003.
La situación entre el Oberland bernés y el Valais es algo menos dramática. Por ejemplo, en el glaciar Aletsch hubo un poco más de nieve el invierno pasado, pero en promedio el glaciar perdió más de dos metros de espesor de hielo.
Significativamente menos nieve en invierno
En el invierno 2022-2023 apenas hubo precipitaciones a ambos lados de los Alpes, y fue muy cálido. Como consecuencia, hubo bastante menos nieve de lo habitual en todas las estaciones de medición. Por encima de los 1.000 metros, las condiciones en febrero y principios de marzo fueron excepcionales. Durante la primera quincena de febrero, las profundidades de nieve medidas se situaron justo por encima de los inviernos con poca nieve de 1964, 1990 o 2007.
En la segunda quincena de febrero, las profundidades de nieve cayeron a nuevos récords mínimos y sólo se situaron en torno al 30% de la media a largo plazo. Incluso por encima de los 2.000 metros, más de la mitad de las estaciones de medición automática registraron menos nieve que en los últimos 25 años.
En primavera, la situación volvió temporalmente a la normalidad. Pero el mes de junio, seco y muy cálido, hizo que la nieve se derritiera entre dos y cuatro semanas antes de lo habitual. El tercer verano más cálido desde que se iniciaron las mediciones y un límite récord de temperatura cero hasta septiembre provocaron que las nevadas aisladas del verano se derritieran rápidamente y apenas protegieran los glaciares.
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