Perú: Rutas de la pobreza extrema a la microempresa
La agencia de cooperación suiza concluye un proyecto de seis años que permitió crear 1.254 microempresas en una de las economías sudamericanas que más crecen en el presente.
No hubo regalos, solo “tiempo, dinero y esfuerzo”, sintetiza para swissinfo.ch Carola Amézaga, coordinadora del Programa de Apoyo a la Micro y Pequeña Empresa en Perú (APOMIPE).
Bernardina Raya tiene 54 años, es casada y madre de cuatro hijos. Hace solo un par de años bregaba con la pobreza lacerante. Su presente no es dorado, pero pasada la cincuentena su vida dio un giro. Una historia que le toca vivir a muy pocos campesinos peruanos.
“Semanalmente casi no sacaba nada. Mi mamá era viuda, yo no conocí a mi papá. Siempre trabajábamos en el campo. Yo tenía que ir siempre a ayudar, trabajaba desde chiquita, siempre me dediqué a las flores, a los gladiolos y claveles, que solo florecían a la intemperie en época de lluvia, por lo que percibía durante algunos meses 200 o 300 soles (sic)”, recuerda.
Un dato de referencia, 300 soles equivalen a poco más de 100 francos suizos.
“Un representante de APOMIPE vino y nos explicó que podíamos recibir apoyo técnico para ingresar a una red. Conversamos. Nos organizamos 20 personas y comenzamos a coordinar cómo íbamos a producir flores en invernaderos hechos de plástico y adobe. Sacamos la cuenta de cuánto íbamos a gastar. Muchos se desanimaron por la exigencia de invertir tiempo y dinero. Todavía éramos 13 para las pasantías –viajes para conocer otras experiencias de asociaciones productoras de flores-, pero ahora solo quedamos 7”, cita en la memoria El poder de las redes empresariales.
El documento, editado por el Programa de Apoyo a la Micro y Pequeña Empresa de Perú (APOMIPE) reconoce en los testimonios que no existieron cuentos de hadas. Nada fue gratuito. Raya, y el resto de los hoy microempresarios, tuvieron que invertir, y así lo asumen.
“Pero ahora ya hay para la mensualidad (de la escuela) de mis hijas. Antes no teníamos. Hay productos para la casa, llevo semanalmente. No sufro como antes, ya hay de dónde sacar (sic)”.
Seis años y un punto final
APOMIPE es un programa de cooperación bilateral de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y el Ministerio de la Producción peruano, explica a swissinfo.ch Carola Amézaga.
La Coordinadora Nacional de APOMIPE detalla que la fundación suiza Helvetas, en alianza con ONG peruanas como Cedepas Norte (en la región de Cajamarca), Minka (La Libertad) y Centro Bartolomé de las cosas (Cusco) se ha ocupado de operar el proyecto.
“El programa tuvo dos fases. La primera denominada de aprendizaje, que se desarrolló entre marzo de 2005 y agosto de 2008. La segunda, fue llamada de consolidación, inició en septiembre de 2008 y concluye ahora, en diciembre de 2011”.
El proyecto íntegro le costó a Suiza 7,1 millones de francos, que generaron un efecto de cascada: en seis años se crearon 1.254 microempresas agrupadas a 118 redes empresariales, estructuras que les permiten trabajar en equipo.
Pobreza extrema
Carola Amézaga precisa que el proyecto APOMIPE fue diseñado para operar con población, casi siempre rural, en situación de pobreza y pobreza extrema.
Los proyectos se desarrollan a través de siete frases, que van desde la identificación de cadenas productivas con potencial, hasta la creación de conceptos de negocios, asesoría, capacitación y generación de planes de inversión y el cofinanciamiento.
“El trabajo de APOMIPE culmina cuando una red opera ya de forma exitosa y es sostenible en el mercado porque ganó autonomía de gestión”, cita. Y los resultados, añade, han sido positivos.
En regiones como Cajamarca, los ingresos de los microempresarios se han visto incrementados en un 755%; en Cusco, un 600%, cita como referencia cuantitativa del éxito de los proyectos.
Mujeres y profesionalización
En la experiencia de COSUDE en Perú a través de APOMIPE, las mujeres se han perfilado como protagonistas de este tipo de microempresas en asociación: un 61% de los integrantes de las redes empresariales pertenecen al sexo femenino, y un 40% de las redes son lideradas por ellas, según las cifras de esta organización.
El proyecto integral ha permitido a muchos campesinos profesionalizar su forma de operar. La clave del éxito radica en gran medida en la conformación de redes empresariales que operan como alianzas estratégicas entre un grupo de empresas (micro en este caso), que si bien son independientes, trabajan para lograr objetivos comunes de corto, mediano y largo plazo.
Con respecto al ejercicio de los fondos, en una región dinámica como Latinoamérica, pero también caracterizada por instituciones que no siempre consiguen trabajar con transparencia financiera debido a vicios estructurales y culturales, Amézaga señala:
“Suiza delega la mayor responsabilidad en la ejecución de sus proyectos y manejo de recursos a ONG como Helvetas. Sin embargo, el fortalecimiento institucional en Perú ha avanzado mucho. Hay muchas entidades nacionales que contratan directamente también con COSUDE, sobre todo públicas”, precisa.
Tiempo, dinero y esfuerzo
Los peruanos y peruanas que se lanzan a este tipo de proyectos saben que tendrán que aplicar la ley del “tiempo, dinero y esfuerzo”. Y lo asumen, porque APOMIPE tiene como principio no regalar ni subsidiar nada.
Sin embargo, aunque ambicioso en los alcances, el cierre de este proyecto significará para COSUDE poner un punto final a sus programas de alcance nacional en Perú, reconoce Carola Amézaga. Pero añade que en 2012 seguirá apoyando proyectos globales dedicados a combatir el cambio climático y a mejorar el uso del agua.
Y en una economía que crece a tasas superiores al 7% desde hace años, pero donde tres de cada 10 habitantes aún vive en pobreza extrema, no hay paso pequeño en el camino rumbo al abandono de los rezagos.
Fue un proyecto de cooperación bilateral de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y el Ministerio peruano de la Producción (PRODUCE).
Su meta fue promover un desarrollo inclusivo y sostenible en Perú y mejorar la competitividad de los pequeños productores a través de redes de empresarios.
La ejecución del programa ha estado a cargo de Helvetas, fundación suiza especializada a escala mundial en las áreas de gestión de recursos naturales y cambio climático, desarrollo económico rural, gobernabilidad local y gestión de conocimientos, entre otros.
APOMIPE fue ejecutado en dos fases; la primera de marzo de 2005 a agosto de 2008. La segunda comenzó en septiembre de 2008 y concluye al término de 2011.
El programa –de forma participativa con otros actores sociales- eligió las cadenas productivas con más potencial de mercado y oportunidades de prosperar.
Un equipo de expertos explica a los campesinos este potencial en aras de despertar su interés por crear redes empresariales, aclarando que implicará una inversión de tiempo, trabajo y fondos iniciales.
La estructura de trabajo genera una autoselección que permite que al final queden solo los participantes más interesados y dispuestos a respetar el reglamento interno de la red.
Todas estas actividades exigen un cofinanciamiento de los integrantes de la red empresarial. Lo único que APOMIPE cubre al 100% el salario del “articulador” o persona que se encarga de acompañar el proceso de formación y consolidación de la red empresarial durante un lapso que suele durar 18 meses en promedio.
Perú ha crecido entre 2005 y 2010 un 7,15% en promedio, tasa que lidera el crecimiento en América Latina, por lo que se habla del “milagro peruano”
APOMIPE apoyó a 1.254 empresas o pequeños productores asociados a 118 redes empresariales.
Primera fase apoyó a 350 productores asociados a 33 redes empresariales.
La segunda a 904 productores organizados en 85 redes.
En ambos casos, los ingresos de los microempresarios aumentaron entre 110 y 350% a partir de la adhesión al proyecto de una producción más organizada.
APOMIPE formó a 60 líderes y a 72 articuladores de redes empresariales.
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