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La deuda de los países en desarrollo se dispara, ¿Suiza apoya lo suficiente?

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Las oficinas centrales Fitch Ratings en Nueva York (EEUU). Esta firma se especializa en emitir calificaciones crediticias de la deuda de empresas públicas y privadas, así como de los pasivos de los países. Keystone / Justin Lane

La ONU alerta sobre la situación crítica que vive la deuda de los países en desarrollo. Suiza asignó apoyos anuales adicionales por 39 millones de francos suizos y participa activamente en las iniciativas internacionales de refinanciamiento y reestructura de pasivos. ¿Es esto suficiente?

Una de las consecuencias indirectas de la epidemia de COVID ha sido el repentino repunte de la deuda de los países emergentes, una situación que pone en riesgo a casi la mitad de la población mundial.

En septiembre del 2022, Suiza anunció que asignará 39 millones de francos suizos Enlace externoanuales adicionales a su contribución de aquí al 2028 para ayudar a los países en desarrollo a manejar mejor sus crisis de endeudamiento, ya que ponen en riesgo los avances económicos de parte de África y Sudamérica. La partida suiza de recursos destinada a este objetivo crece constantemente desde  2017 y se suma a los más de 3 000 millones de francos que Suiza destina anualmente a la ayuda oficial para el desarrollo (AOD). En 2021, el presupuesto AOD superó los 3 200 millones de francos suizos.

La Secretaría de Estado de Economía (SECO) confirmó que una de las prioridades de la política exterior suiza para el periodo 2021-2024 es “promover el crecimiento económico sostenible de los países en desarrollo a través de una buena gobernanza y la existencia de organizaciones públicas sólidas”.

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La ayuda suiza está en línea con el exhorto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de octubre pasado.

En un informe titulado “Evitando el demasiado poco y demasiado tardeEnlace externo“, el PNUD advirtió sobre las catastróficas consecuencias del sobreendeudamiento crónico en los países más pobres.

“Muchos países padecen un sobreendeudamiento que les impide financiar nuevas inversiones generadoras de crecimiento y frena además el fortalecimiento del tan necesario gasto en desarrollo”, advierte el informe.

Aunque el problema de la deuda de los países emergentes, y la necesidad de aliviar estos pasivos, no son nuevos, el PNUD y las oenegés destacan la magnitud de un desafío que se ha visto exacerbado por la pandemia de COVID y la guerra de Ucrania, que han asestado un golpe adicional a las finanzas públicas de los países emergentes. La deuda mundial de los países en desarrollo representó el equivalente al 205% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2020, frente al 174% en 2018.

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Al respecto, el presidente del Banco Mundial, David Malpass, advirtió el 8 de octubre del 2022 sobre la gravedad de la situación, anunciando que el mundo atraviesa una “quinta crisis de la deuda”.   

“Cincuenta y cuatro países no están en capacidad de pagar los intereses de sus deudas o no pueden pagarlas por sí solos”, explicó, por su parte, Dominik Gross, experto suizo en finanzas internacionales y política fiscal, quien se desempeña como directivo de la oenegé bernesa Alliance Sud.

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Iniciativas “ineficaces e insuficientes”

Para dar respuesta a esta nueva crisis, Suiza autorizó una suspensión temporal del servicio de la deuda de 48 países en febrero del 2022. Una iniciativa criticada por el PNUD y otros observadores porque consideran que no está adaptada a las verdaderas necesidades de los países más vulnerables. Especialmente considerando que solo cubre la deuda bilateral e impone condiciones de acceso que dejan fuera a varios países.

Desde agosto del 2021, Suiza colabora con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la puesta en marcha de los Derechos Especiales de Giro (DEG), un instrumento monetario internacional destinado a completar las reservas oficiales de los países miembros. Para aligerar las cargas financieras derivadas de la crisis de COVID, el FMI había aprobado una distribución de DEG equivalente a 650 000 millones de dólares. Pero estos DEG fueron asignados a los países miembros en función de la proporcionalidad de la cuota que tienen en el FMI, en consecuencia, solo 275 000 millones de dólares se dirigieron a los países en desarrollo.

“Este programa no se diseñó para los países que más necesidad tenían de reservas suplementarias (esto es, los países menos ricos), razón por la que fue muy ineficaz”, lamentó Lars Jensen, economista del PNUD, durante una entrevista con SWI swissinfo.ch. Además, la ejecución del programa ha sido muy lenta. Así que el FMI se comprometió a conceder financiamiento adicional por 117 000 millones de dólares a las economías más frágiles.

Suiza es uno de los países menos endeudados del mundo y comparte su experiencia en este frente. Es miembro de todos los organismos internacionales que trabajan en la reestructuración y el alivio de los pasivos de los países en desarrollo. Es parte también del Club de París, cuya función es encontrar soluciones a las dificultades de pago, así como del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de varios órganos del G20.

Estos diferentes mandatos le permiten actuar directamente en la reestructuración y el alivio de la deuda de otras naciones. Aunque nunca negocia bilateralmente, opera como parte de estas instituciones internacionales vía la Secretaría de Estado para Asuntos Económicos (SECO) y la COSUDE, su agencia de ayuda al desarrollo.

Concretamente, “apoya a otros gobiernos en la planificación (reembolso e inversión), aprobación de presupuestos, ejecución y revisión de acuerdos en apego a las normas internacionales”, explicó Lorenz Jakob, responsable de información en el sector de Cooperación al Desarrollo Económico de la SECO.

Suiza ofrece, por ejemplo, hojas de ruta sobre cómo gestionar los presupuestos, limitar la corrupción o fijar los niveles impositivos. Proporciona a los países de renta media (PRM) servicios de asesoramiento técnico personalizados. También ayuda a estos países a desarrollar marcos sólidos de gestión de la deuda y análisis de riesgos para reducir su vulnerabilidad ante crisis financieras. Entre los países beneficiarios se encuentran Albania, Egipto, Colombia, Ghana, Serbia y Túnez.

En septiembre de 2020, Suiza patrocinó una iniciativa del Banco Mundial para que Egipto pudiera emitir bonos soberanos ‘verdes’, considerados por el Banco Mundial como una “solución financiera” sostenible.

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Suiza puede hacerlo mejor

La solidaridad suiza no convence a todo el mundo. Expertos y oenegés encuentran cierta hipocresía en el discurso helvético que hace llamados contra la corrupción cuando las empresas suizas protagonizan frecuentemente escándalos en los países en desarrollo. Por ejemplo, el caso del Credit Suisse en Mozambique, del UBS en Papúa Nueva GuineaEnlace externo, y los oscuros nexos de GlencoreEnlace externo, el gigante suizo de las materias primas, en Chad.

También se reprocha a Suiza su escasa implicación financiera. “Siendo Suiza la sede de grandes acreedores privados, no basta con que conceda modestas aportaciones a los programas de alivio de la deuda del FMI o del Banco Mundial”, dijo Dominik Gross.

Al igual que el PNUD, Gross afirmó que debe esperarse una mayor participación de las empresas privadas, especialmente de los bancos. Estos últimos se benefician del cobro de intereses de los préstamos que otorgan a los países emergentes, pero no tienen ninguna obligación de participar en las ayudas para el desarrollo.

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Para mejorar la incorporación de capital privado, una posible solución discutida desde hace años consiste en reunir en una misma mesa a bancos, organismos públicos de ayuda al desarrollo y miembros de la sociedad civil. “Esto permitiría negociar soluciones suizas específicas para aliviar la deuda de estos países”, aseguró Dominik Gross.

En el verano del 2020, Alliance Sud y otras oenegés suizasEnlace externo, como Swissaid, Fastenopfer, Bread for All, Helvetas y Terre des Hommes Suiza, criticaron al gobierno por no responder a los exhortos que ha recibido, aunque han existido incluso intervenciones de parlamentarios.

Alliance Sud considera que Suiza podría donar todos los DEG que tiene en su poder actualmente (más de 11 000 millones de dólares en 2021Enlace externo) a los países sobreendeudados para darles liquidez. “(Suiza) no necesita estos activos”, aseguró.

Pero esto requeriría una reforma a la ley de ayuda monetaria que sólo puede iniciar el Parlamento, y el tema no está en la agenda.

Solución global

“Buscamos una respuesta global para ayudar a desbloquear la financiación destinada al desarrollo y fomentar los fondos privados para el desarrollo de largo plazo de los países emergentes”, dijo Angela Lusigi, representante del PNUD en Ghana.

Lusigi propuso además una reforma global del sistema de calificación y apoyo de las economías de los países en desarrollo para reorientarlas hacia las exportaciones, con objeto de que reciban divisas para pagar sus deudas.

“Y es que Suiza está apoyando la reestructuración de la deuda de países cuyos pasivos dejaron de ser sostenibles”, puntualizó Lorenz Jacob, responsable de información en el sector de Cooperación al Desarrollo Económico de la SECO, en entrevista con SWI.

Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (ISSD)

La ISSD, lanzada por el FMI y el Banco Mundial en 2020, busca proporcionar recursos financieros de apoyo a un grupo de países elegibles para luchar contra la pandemia de COVID. Para obtener sus beneficios, el país receptor debía comprometerse a utilizar los recursos en gastos sociales, sanitarios o económicos para atender la crisis.

Iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados (PPME)

Esta iniciativa fue lanzada en 1996 por el FMI y el Banco Mundial para aliviar la carga de la deuda de los países más pobres.

Marco Común

El llamado Marco Común es el tratamiento de la deuda caso por caso. Los países deudores solicitantes deben cumplir una serie de requisitos para ser beneficiarios. Un comité de acreedores analiza su situación. Y las negociaciones cuentan con el apoyo del FMI y del Banco Mundial, que realizan un análisis de sostenibilidad de la deuda.

Análisis de sostenibilidad de la deuda

El Banco Mundial y el FMI colaboran con los países de bajos ingresos analizando periódicamente la sostenibilidad de su deuda. Ambas instituciones orientan las decisiones de endeudamiento de los países de ingresos reducidos para equilibrar sus necesidades de financiación con capacidad real de pagar sus deudas en el presente y futuro.

 Adaptado del francés por Andrea Ornelas

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