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La ‘última bruja’, declarada inocente

Escena de una película rodada sobre el caso: 'Anna Göldi, la última bruja'.

El cantón suizo de Glarus exoneró oficialmente este miércoles a Anna Göldi, decapitada hace dos siglos tras ser acusada de envenenar a un menor.

El caso de Göldi- al parecer, la última bruja ejecutada en Europa-, ocurrió en el pueblo de Mollis en 1782 e ilustra el fanatismo religioso, la superstición y el abuso de poder que imperaron en su enjuiciamiento.

El destino de Göldi atrae la atención de nuevo, luego de que el periodista Walter Hauser publicara el año pasado un libro presentando nuevas evidencias sobre la excesiva influencia que el patrón de la acusada ejerció ante las autoridades locales.

Hauser explica a swissinfo la razón de su interés por el asunto. «Primeramente, soy del cantón de Glarus, es mi tierra y también soy abogado. Se podría decir que estaba predestinado a escribir sobre el tema».

El reconocimiento esta semana de que Göldi fue víctima de un homicidio judicial surge tras un largo debate. La decisión fue tomada tras consultas con las iglesias católica y reformada.

Pero no es la primera vez que se aborda el caso. El año pasado, el gobierno cantonal y el Consejo de la Iglesia Protestante rechazaron una solicitud de exoneración.

Las autoridades cambiaron de opinión luego de que el Parlamento cantonal urgió para que se reconsiderara el expediente. Finalmente, el Parlamento, a solicitud del Ejecutivo, aprobó la decisión de limpiar el nombre de Anna Göldi.

«Estoy muy complacido de que el gobierno de Glarus cambiara su opinión y aceptara la inocencia de Anna Göldi, víctima de un escandaloso error judicial», subraya Hauser.

«Un embrujo»

Göldi, de 48 años de edad, era sirvienta en la casa del otrora distinguido ciudadano Johann Jacob Tschudi. Se le acusó de embrujar a la hija de Tschudi, de ocho años de edad, provocándole convulsiones.

El doctor y juez Jakob Tschudi al parecer habría tenido relaciones sexuales con Göldi y su reputación se hubiese afectado gravemente si su adulterio se hubiese hecho público.

Antes de servir en la casa de Tschudi, Anna ya había sufrido una vida miserable. Nacida en una familia muy pobre, trabajó como criada desde muy joven. Se embarazó sin haber contraído matrimonio y sufrió el desprecio de la gente cuando fue descubierto el cuerpo del bebé sin vida.

Tres años después volvió a quedar embarazada y dio a luz a un niño cuyo destino se desconoce. Anna cambió de empleo en varias ocasiones hasta terminar en la residencia de Tschudi, donde trabajó durante seis años. Después fue despedida y señalada como responsable de la enfermedad de uno de los niños de la familia.

El juicio y decapitación de Göldi ocurrió en 1782, cuando ya ese tipo de prácticas había desaparecido del resto de Europa. La última mujer que fue ejecutada por brujería, antes que Anna Göldi, fue sentenciada en 1738 en Alemania.

Juicio ilegal

Una declaración de la administración de Glarus, publicada este mes, indica que el consejo de la Iglesia Reformada encargada del juicio no tenía autoridad legal alguna y decidió de modo anticipado que la mujer era culpable. Además inscribe que Göldi fue ejecutada cuando la ley no imponía la pena capital por envenenamiento no letal.

«Este es un reconocimiento de que el veredicto fue resultado de un juicio ilegal y que Anna Göldi fue víctima de ‘asesinato judicial», agrega el documento.

«La exoneración debe ser más que una simple confirmación de su inocencia», continúa el texto, aunque subraya: «Esto debe dejar en claro que se trató de un acto estatal incomprensible e injusto, un acto de injusticia grosera que desembocó en un veredicto falso».

Sin embargo, las autoridades de Glarus advierten de que esta exoneración no debe dar la impresión de que la generación actual asume la responsabilidad del pasado de sus antiguos habitantes.

swissinfo, Glare O’Dea
(Traducido del inglés por Patricia Islas Züttel)

La persecución por motivos de brujería no es exclusiva de la Edad Media. Continuó en épocas mucho más recientes.

Aunque ampliamente considerada como una forma de herejía, la brujería sólo fue calificada de crimen después de 1500 y el punto álgido de la purga de brujas se produjo en el siglo XVII.

Las iglesias protestante y católica persiguieron la causa con igual fanatismo, atizado quizás por la Reforma.

Las víctimas de estos juicios -decenas de millares- eran sobre todo mujeres. Se estima que apenas un 20% eran hombres.

En Mollis fue inaugurado el pasado mes de septiembre un museo sobre Göldi, 225 años después de su muerte.

Hay una cierta confusión sobre la forma correcta del apellido de Anna.

El nombre de Anna Göldin se popularizó tras la publicación del libro de Eveline Hasler, del mismo título.

Esa denominación siguió la vieja práctica de feminizar los apellidos de las mujeres (Sr. Blumer, señora Blumerin).

Sin embargo, como lo muestra su acta de nacimiento, el apellido correcto de Anna es Göldi.

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